Cinco consejos para sobrevivir a los berrinches

Desde el año, año y medio, hasta los tres o cuatro años, nuestros niños pasan por una etapa por todos los padres temida: los berrinches.

Qué es un berrinche?

Quiero aclarar de entrada, que uso la palabra berrinche o rabieta para referirme simplemente a eso: ladescarga de frustración y enojo, emociones que inundan al niño y no comprende ni sabe manejar aún. No me gusta ni estoy de acuerdo con la acepción que normalmente se le da a la palabreja; me parece unavisión adultocéntrica que trata al niño de “pequeño manipulador”, negando la importancia que la situación tiene para él. Pero la uso para que todos tengan la imagen de lo que sucede sin tener que describirlo.
Esta etapa es una más en que los papás nos vemos desafiados. Primero que nada, porque nos interpela en lo más profundo: contener la explosión y ayudarlo a procesar las emociones “negativas” hace que forzosamente tomemos contacto con nuestra propia frustración, enojo, angustia… Algo que no solemos hacer, ya que en nuestra sociedad es más común evitarlas o reprimirlas. Seguramente, además, en nuestra infancia esas emociones no fueron respetadas como intentamos hacerlo ahora, así que no tenemos experiencias primarias donde recurrir para saber cómo reaccionar.
El enojo y la frustración los sorprenden también a ellos
El enojo y la frustración los sorprenden también a ellos
Les suenan estas frases?
  •  - No llores, que no es para tanto!
  • - Si me gritás no vas a conseguir nada!
  •  - Querés llorar? Yo te voy a dar motivos en serio!

Seguramente hemos escuchado alguna, o todas.
Y seguramente recordemos, si hacemos el esfuerzo, cómo nos sentíamos cuando nos las decían.
Así que el primer consejo es este:

Usemos la empatía

Tratemos de ponernos en el lugar de nuestros hijos. Cómo ven el mundo? Cómo reciben nuestros mensajes?
Y preguntémonos: Cómo me gustaría que me traten a mí cuando estoy enojado? Me doy permiso de estar enojado? Logro manejar mi enojo y mi frustración?
Intentemos usar esta información para visualizar lo que nuestros hijos pueden estar sintiendo, aunque no puedan comunicarlo.
Este último punto me lleva al segundo consejo:

Recordemos siempre que los adultos somos nosotros

Poner en palabras lo que les está pasando, manteniendo la calma y estando simplemente presentes, ayuda mucho más de lo que pensamos.
A través de esa actitud les estamos mostrando que entendemos lo que les pasa, que no es algo malo, y que los acompañamos todo lo que necesiten. Y lo más importante: que los amamos sin importar lo que pase. Muchas veces, tal vez con buena intención, escuchamos a alguien decir “Ah, pero si te enojás me pongo triste”. Lo cual muestra al niño que sus emociones no son adecuadas y que debe reprimirlas para no afectar a los adultos de quienes depende.
Por otro lado, recordar que nosotros somos los adultos implica también asumir que la movilización emocional que la rabieta nos genere -agotamiento, angustia, ira- corre por nuestra cuenta y no es consecuencia de la acción del niño. Su actitud ha disparado estas emociones en nosotros, pero el niño no es responsable, sino nosotros y nuestra particular forma de manejar nuestras emociones “negativas”.
El siguiente consejo es:

Intentemos no entrar en una lucha de poder

En esta etapa, nuestros hijos están logrando su autoafirmación. Es decir, están separándose de nosotros, dándose cuenta que son sujetos diferentes, con deseos diferentes. Por ello, necesitan decirnos que no. Y es importante que les habilitemos esto, para que se sientan reconocidos y luego evolucionen a personas independientes y autónomas.
Muchas veces, en el fragor de la batalla, podemos sentirnos tentados a imponer nuestra posición, “porque yo soy el adulto y esto es así”. Y es probable que, si la discusión se trata de algo que es correcto o no, tengamos razón, ya que nuestra experiencia nos ayuda. Pero, como les decía más arriba, el berrinche no es algo que el niño hace “para ganarnos”. No es una manipulación para lograr algo que quiera.
Se trata de una descarga energética. La rabia hace que se acumule energía que debe  descargarse para volver al equilibrio, como comenté en el post anterior.
Así que lo mejor que podemos hacer es:

Acompañar y contener, en la medida que nos lo permitan

Como toda descarga, una vez cumplida su función, la rabieta pasará.
Lo que nuestros hijos necesitan es que los acompañemos mientras dura. Algunos permiten que se los abrace, otros no. Siempre es útil agacharnos a su altura para cualquier cosa que queramos hacer. Y es muy importante que evitemos que se lastime o nos lastime.
Y, por último:

Elijamos nuestras batallas

Luego de las primeras veces, es probable que podamos notar un patrón; situaciones que hacen de disparador, actitudes nuestras, a veces la acumulación de cansancio u otros factores de la vida familiar. Así que si logramos estar atentos podremos evitar entrar en “zonas de riesgo”. Y también, flexibilizar la convivencia: de verdad es tan importante que no juegue con la comida? Si sabemos que tuvo un día difícil, podremos ceder y jugar juntos saltando en la cama?

En resumen

Contactar con lo que les pasa, acompañarlos y respetarlos en su expresión, no enfrentarse con la rabieta y flexibilizar la dinámica familiar en lo posible. Parece mucho, pero si lo asumimos como parte de este viaje de conciencia y de respeto, los frutos serán riquísimos.
Si les resultó útil el artículo, les agradezco que compartan y comenten!
photo by: Leonid Mamchenkov
Entrada copiada del blog: http://crianzayenergia.com/

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Este blog pretende ser un espacio privilegiado de comunicación pero para ello necesitamos tus comentarios, sino ¿como vamos a saber que has estado por aqui?