Se
dice que existe un cole al sur de la ciudad, justo por donde antaño
pasaba el tren serpenteando entre los huertos, en donde nada es lo
que parece, en donde los que parecen ser niños, no lo son tanto, y
resultan ser valientes superhéroes, simpáticos villanos, viajeros
incansables, antiguos profesores con bigote y pipa, porteadores de alfalfa y
quien sabe que otras cosas más... Y en donde los que parecen ser adultos, no lo son tanto y parecen más
bien, pequeñajos pasándoselo en grande...
En
este cole tan especial, todo lo que alcanza la vista es patio, y el
patio, muchas veces, se convierte en pradera, se convierte en camino
que va y que viene, rodeado de árboles, con un río sonando en uno de los extremos de la senda, con el aire soplando entre los arbustos y la
verde hierba creciendo en sus orillas...
Y
hace muy poco que volvió a suceder esta magia tan particular, en este cole tan
diferente, situado en la parte sur de la ciudad, justo por donde la
brisa acompaña a los aviones en su rápido descenso hacia el aeropuerto...
Cuentan
que en aquellos días previos a la Navidad, llenos de alegría, de
sol y alguna que otra pizca de lluvia, unos cuantos niños grandes se
solían reunir, casi clandestinamente, en este cole tan especial,
para preparar quien sabe que tipo de acontecimiento increíble. Solían
juntarse poco después del amanecer, o en ocasiones al caer la tarde,
y siempre pasaban largas horas escondidos sin que los demás supiéramos muy bien lo que estaban haciendo. A veces se les veía con
cartulinas, papeles, tijeras, maderas, pegatinas, cachivaches
irreconocibles, extraños ornamentos...Cuentan que incluso se les
llegó a ver porteando ladrillos...
A
medida que pasaban los días, sus reuniones se hacían más y más
largas, y sus idas y venidas cargados con extraños y secretos
bultos, más habituales. En el cole, mientras tanto, al tiempo que
avanzaba el otoño, algunos cambios se iban produciendo: aparecían
murales llenos de colores, la música se hacía cada mañana más y
más divertida, y ese patio eterno que no alcanza la vista se iba convirtiendo poco a poco en un mundo peculiar de pequeños
superhéroes, aventureros soñadores, turistas enloquecidos,
altruistas mercaderes, cocineros vocacionales, malabaristas
empedernidos...y quien sabe que otras cosas más.
Cuentan que aquellos niños y niñas grandes, en sus secretas reuniones, aplicaban una suerte de magia o sortilegio, que consistía en convertir las ilusiones en realidad. ¿Sería aquello posible?
Cuentan que aquellos niños y niñas grandes, en sus secretas reuniones, aplicaban una suerte de magia o sortilegio, que consistía en convertir las ilusiones en realidad. ¿Sería aquello posible?
Cuentan
que en el día señalado aquel cole amaneció como nunca antes se le
había visto. Cuentan que el sonido del tren, que antaño bordeaba
las viejas huertas del sur, se volvió a escuchar de nuevo en la
mañana. Y que las huertas brillaban al sol a ambos lados de la
acequia que muy generosamente las regaba. Y cuentan que la brisa
viajaba sola por el cielo, que nada quedaba de aquellos aviones que
solían descender junto a ella. Cuentan que un precioso mercado se
desplegó, como si de un poblado se tratara, en aquel patio infinito
de inabarcable vista. Entonces, como de la nada, surgieron magníficos
artesanos capaces de moldear bigas de madera, hierros forjados y
hasta encurtidos, y que un pequeño burro los acompañaba a todos lados, bien alimentado
de alfalfa y de heno, aquel burrito se sentaba y se volvía a levantar, todo lo
miraba con gran curiosidad...Y hasta había una repostera y una
alegre castañera y agricultores de la huerta y vendedores de
ungüentos y de golosinas y de panes artesanales, e incluso estaban
los que vendían pizzas y bocadillos de nocilla, y los del turrón del
bueno y los del malo y los de la torta de almendras y los de la
manzana, la pera y hasta la uva...Y había incluso un Rey Mago, piel
tostada y aspecto abigarrado, muy propio de los habitantes del sur
de la ciudad, en aquellos lejanos tiempos...
Cuentan
que fueron algunos padres y madres los que crearon aquel sortilegio
maravilloso, papis y mamis que se dieron a llamar algo así como “Comisión
Cultural o Comisión de la Navidad”. Tal vez fuera así, o tal vez
no. ¡Mejor dejarlo a la imaginación! ¿No creéis?. Afortunado
quien los pudo ver de acá para allá, con sus cachivaches y sus
trastos, pues no era fácil detectarlos, siempre con sus reuniones
secretas y sus extrañas magias. Y así fue como aquel grupo de padres
y madres, no tan adultos, más bien niños, lograron su objetivo de convertir las
ilusiones en realidad, en este cole tan especial situado justo al sur
de la ciudad, allí donde nada es lo que parece, allí donde si cierras
los ojos con fuerza todavía puedes sentir como el sol acaricia la
huerta al tiempo que la brisa sopla libre desde el cielo.
A los Papis-Mamis de la Comisión Cultural-Comisión Navidad.
¡Gracias
por ser magia!
¡Pura magia!
reunión secreta
¿Qué tramarán?
¡El burrito sabanero!
En este cole
todo es posible
¡Pura magia!
reunión secreta
¿Qué tramarán?
¡El burrito sabanero!
En este cole
todo es posible
Juanvi
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